Publicado el mayo 15, 2024

La clave para sobrevivir a la sequía no es tener más agua, sino almacenarla mejor en tu activo más valioso: el suelo.

  • Cada 1% de materia orgánica añadida funciona como un seguro que multiplica la capacidad de tu suelo para retener miles de litros de agua por hectárea.
  • Técnicas como el acolchado (mulching) y la siembra directa no son gastos, sino inversiones que reducen la evaporación y construyen una estructura de suelo resistente.

Recomendación: Deja de pensar en «regar más» y empieza a pensar en «almacenar mejor». Analiza la textura de tu suelo y aplica enmiendas orgánicas para transformarlo en tu principal reservorio de agua.

Para un agricultor en España, la sequía no es una noticia, es el telón de fondo de cada campaña. La conversación gira siempre en torno a las dotaciones, las restricciones y la esperanza de que llueva. Pero esta perspectiva nos hace mirar al cielo o al embalse, cuando la solución más potente y rentable está bajo nuestros pies. El suelo de nuestra explotación no es solo un soporte para las raíces; es, o debería ser, nuestro mayor depósito de agua, una esponja gigantesca capaz de capturar cada gota de lluvia y guardarla para los momentos críticos.

La gestión convencional a menudo trata el suelo como un conducto inerte que hay que regar constantemente. Se labra, se deja desnudo, se compacta, convirtiéndolo en un colador que pierde agua por escorrentía y evaporación. Este manual propone un cambio de paradigma radical. No se trata de aplicar «buenas prácticas» ecológicas, sino de tomar decisiones de gestión hidrológica y financiera. Cada labor, cada enmienda, cada cubierta vegetal es una inversión directa en la capacidad de campo de nuestra finca. El objetivo es simple y brutalmente práctico: que nuestra finca tenga agua cuando las demás estén secas.

Olvídese de la fatalidad climática. Vamos a tratar su suelo como un ingeniero trata un embalse: con mediciones, optimización y una obsesión por la eficiencia. Este enfoque no solo aumenta la resiliencia a la sequía, sino que dispara la eficiencia del riego y, en última instancia, la rentabilidad de la explotación. Porque en una tierra sedienta, quien almacena agua, almacena riqueza.

Para abordar este desafío de manera estructurada, hemos organizado este manual en varias etapas clave. Desde entender el papel fundamental de la materia orgánica hasta aplicar técnicas avanzadas de diseño y riego, cada sección le proporcionará las herramientas para transformar su suelo en una auténtica caja fuerte hídrica.

La regla del 1%: por qué cada punto de materia orgánica que ganas es un seguro de vida contra la sequía

El concepto más importante de la hidrología de parcela se puede resumir en una cifra: 1%. Por cada punto porcentual que aumentamos la materia orgánica del suelo (MOS), la capacidad de almacenamiento de agua de esa hectárea puede aumentar en más de 150.000 litros. No es una mejora, es una multiplicación. La materia orgánica actúa como una micro-esponja que absorbe, retiene y libera lentamente el agua, poniéndola a disposición de las raíces mucho después de que haya llovido o regado. Tratar la MOS como una ocurrencia tardía es un error financiero de primer orden. En el contexto español, este punto es crítico. Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA):

Los suelos presentan el contenido de carbono más bajo de Europa, lo que disminuye su capacidad de absorción de CO2

– Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), Informe sobre digeridos y fertilizantes orgánicos

Esta afirmación, aunque centrada en el CO2, tiene una implicación directa en la gestión del agua. Un suelo pobre en carbono es un suelo «hidrofóbico», incapaz de absorber las lluvias torrenciales y rápido en secarse. Cada inversión en compost, estiércol, cubiertas vegetales o restos de cosecha no es un gasto en fertilización, sino la compra de una póliza de seguro contra la sequía. Un suelo con un 3% de MOS puede aguantar una semana más sin estrés hídrico que uno con un 1%. Esa semana extra puede significar la diferencia entre salvar una cosecha o perderla por completo.

Arcilla, limo o arena: cómo la textura de tu suelo define su sed (y cómo gestionarlo)

No todos los suelos tienen la misma sed. La textura del suelo, es decir, la proporción de partículas de arena, limo y arcilla, define su capacidad innata de almacenamiento de agua. Un suelo arenoso es como un colador: drena rápido, se calienta rápido y pierde agua por evaporación a una velocidad alarmante. Un suelo arcilloso es como una tinaja: puede almacenar enormes cantidades de agua, pero la libera con dificultad y tiende a compactarse y encharcarse, dificultando la infiltración inicial. El suelo limoso es un intermedio, a menudo propenso a la formación de costras superficiales.

Conocer la textura de su suelo no es un ejercicio académico, es el diagnóstico necesario para recetar el tratamiento correcto. No se puede luchar contra la textura, pero sí se puede gestionar. La clave, de nuevo, es la materia orgánica, que actúa como un acondicionador universal: en suelos arenosos, «pega» las partículas y crea microporos que retienen agua; en suelos arcillosos, separa las partículas compactadas, mejorando la infiltración y la aireación. Añadir la enmienda correcta es una de las decisiones más rentables que puede tomar.

El siguiente cuadro resume las intervenciones más eficaces según el tipo de suelo predominante en muchas zonas de España.

Enmiendas según tipo de suelo en España
Tipo de Suelo Enmienda Recomendada Beneficio Principal
Arcilloso Yeso agrícola Mejora infiltración sin alterar pH
Arenoso Materia orgánica/Compost Aumenta retención de agua
Limoso Enmiendas orgánicas Mejora estructura y aireación

La ‘tapa’ de tu suelo: cómo el acolchado puede reducir a la mitad la necesidad de riego de tus cultivos

Imagine su suelo como un depósito de agua a cielo abierto bajo el sol de julio. La evaporación es su mayor enemigo. Dejar el suelo desnudo es como dejar el depósito sin tapa. El acolchado o mulching es, simplemente, ponerle esa tapa. Consiste en cubrir la superficie del suelo con una capa de material, ya sea orgánico (paja, restos de poda, compost) o inorgánico (plástico, grava). El efecto es inmediato y drástico: reduce la temperatura del suelo, corta el viento sobre la superficie y disminuye la pérdida de agua por evaporación hasta en un 50% en los meses de verano. En muchos casos, esto equivale a reducir a la mitad la necesidad de riego.

Además, el acolchado evita la formación de costras superficiales, mejora la infiltración del agua de lluvia o riego y, si es orgánico, se descompone lentamente aportando materia orgánica y nutrientes. Suprime también la emergencia de malas hierbas, que son competidoras directas por el agua. Los resultados no son teóricos, son medibles en la báscula.

Estudio de caso: Aumento de rendimiento en olivar andaluz

Un estudio realizado en Andalucía mostró que el uso de mulching orgánico resultó en un aumento del 20% en el rendimiento de aceitunas en comparación con parcelas sin mulching. Los agricultores también notaron una mejora en la salud general de los árboles y una reducción en la incidencia de enfermedades, todo ello gracias a una mayor disponibilidad de agua en el perfil del suelo durante los periodos críticos.

La elección del material es clave y debe adaptarse a los recursos locales. Para cultivos mediterráneos, algunas opciones de alta eficiencia son:

  • Astillas de pino (P. sylvestris y P. halepensis): gran persistencia y cobertura.
  • Cáscara de almendra: excelente control de adventicias y durabilidad.
  • Restos de poda triturados in-situ: la opción más económica y sostenible.
  • Paja de cereal local: un clásico altamente efectivo para reducir la evaporación.

Por qué arar en seco es ‘sembrar sed’: cómo el laboreo reduce la capacidad de tu finca para almacenar agua

El sonido del arado rasgando la tierra es una imagen icónica de la agricultura. Sin embargo, desde una perspectiva hidrológica, el laboreo convencional, especialmente en seco, es un acto de sabotaje contra nuestro propio depósito de agua. Cada pase de vertedera o cultivador pulveriza la estructura del suelo, rompiendo los agregados estables que forman los poros y canales por los que el agua se infiltra y se almacena. Al hacerlo, exponemos la humedad del interior a la superficie, provocando una evaporación masiva. Es lo que llamo «sembrar sed»: trabajamos la tierra para prepararla, pero en el proceso la deshidratamos.

Comparación de perfiles de suelo bajo laboreo tradicional versus siembra directa mostrando diferencias en porosidad

El laboreo intensivo también crea la «suela de labor», una capa compactada a pocos centímetros de profundidad que actúa como una barrera impermeable, impidiendo la infiltración profunda y forzando al agua a moverse lateralmente (escorrentía) o a estancarse en la superficie. La alternativa es la agricultura de conservación y la siembra directa. Al minimizar o eliminar la alteración mecánica del suelo, se preserva y fomenta una estructura porosa y estable, llena de canales de raíces viejas y galerías de lombrices que actúan como autopistas para el agua hacia las profundidades. La experiencia de quienes llevan años aplicándolo es la mejor prueba.

Testimonio: 27 años de siembra directa en Albacete

Juan José Puertas Toboso, de la finca Casa Roig en Albacete, es un pionero. Como relata su experiencia, lleva 27 años aplicando siembra directa en 250 hectáreas de cereales. ¿El resultado? Ha logrado mantener la productividad en un secano cada vez más duro, mientras mejora la estructura del suelo, aumenta la infiltración y reduce drásticamente los costes de combustible y maquinaria. Su suelo se ha convertido en una esponja, no en polvo.

Diseño ‘Keyline’: el método para ‘esculpir’ tu finca y convertirla en un gigantesco colector de agua de lluvia

Hasta ahora hemos hablado de mejorar la capacidad de la esponja. Ahora hablaremos de cómo dirigir el agua hacia ella. El Diseño Keyline, desarrollado por P.A. Yeomans, es una técnica de gestión del paisaje que utiliza la topografía de la finca para optimizar el ciclo del agua. En lugar de ver las laderas como un problema que genera escorrentía y erosión, las convierte en un sistema de captación y distribución de agua pasivo y altamente eficiente. El objetivo no es detener el agua, sino ralentizarla, distribuirla uniformemente e infiltrarla.

El método se basa en identificar el «punto clave» (Keypoint) en una ladera, el punto donde el valle pasa de ser cóncavo a convexo. A partir de este punto, se trazan líneas de nivel y se realiza un laboreo subsolador siguiendo un patrón específico, ligeramente desviado de la curva de nivel. Este patrón «arrastra» el agua desde las zonas de concentración (vaguadas) hacia las zonas más secas (crestas), hidratando toda la ladera de manera homogénea. El agua, en lugar de correr ladera abajo hacia el arroyo, es forzada a serpentear lentamente por la superficie, dándole el máximo tiempo para infiltrarse.

Implementar un diseño Keyline es como esculpir la finca para convertirla en un colector de agua a gran escala. No requiere grandes infraestructuras, sino una planificación inteligente y un uso preciso del subsolador. Se crean «presas» subterráneas de humedad que benefician a los cultivos durante semanas. Es una técnica de ingeniería hidrológica a escala de parcela, especialmente poderosa para pastizales y cultivos extensivos en zonas con pendientes. Es el arte de hacer que el agua trabaje para nosotros, incluso cuando no estamos regando.

Cómo tu finca puede tener agua cuando todas las demás están secas: técnicas de cosecha y almacenamiento de agua de lluvia

Además de maximizar la infiltración en el perfil del suelo, un gestor eficiente del agua busca capturar cada excedente. La cosecha de agua de lluvia (rainwater harvesting) consiste en interceptar la escorrentía que, a pesar de nuestros esfuerzos, no se ha infiltrado, y almacenarla para un uso posterior. Esto puede ir desde sistemas a pequeña escala, como la recolección del agua de los tejados de naves agrícolas, hasta la construcción de infraestructuras a nivel de finca como charcas, balsas o zanjas de infiltración (swales).

Las balsas son una solución tradicional, pero en el clima español tienen un talón de Aquiles: la evaporación. De hecho, se estima que en España se pierden unos 1.400 hm³/año de agua por evaporación en embalses y humedales. Esto subraya la importancia de nuestro enfoque principal: el mejor lugar para almacenar agua es bajo tierra, en el suelo. Sin embargo, las estructuras de captación siguen siendo una herramienta valiosa. Las zanjas de infiltración o «swales», por ejemplo, son zanjas excavadas a nivel que detienen la escorrentía y la fuerzan a infiltrarse lentamente, recargando el acuífero subterráneo y creando zonas de alta humedad que pueden sostener árboles incluso en secano.

Combinar un suelo-esponja con sistemas de cosecha de agua crea una finca con múltiples capas de seguridad hídrica. Cuando llueve, el suelo absorbe la mayor parte. El excedente es capturado por los swales y las balsas. Esta agua almacenada puede usarse para riegos de apoyo en momentos críticos, asegurando la viabilidad del cultivo cuando las fincas vecinas, dependientes únicamente de la lluvia directa o del riego externo, ya han entrado en estrés hídrico severo.

Materia orgánica: el ‘pegamento’ milagroso que da estructura y vida a tu suelo

Ya hemos establecido que la materia orgánica es un multiplicador de la retención de agua. Pero, ¿cómo funciona exactamente? La materia orgánica no es solo compost o estiércol; es un ecosistema vivo que transforma la física del suelo. Actúa como el «pegamento» que une las partículas minerales de arena, limo y arcilla para formar agregados estables. Estos agregados son la base de una buena estructura del suelo. Crean un entramado de macroporos (para la infiltración rápida del agua y la circulación del aire) y microporos (que retienen el agua contra la gravedad, poniéndola a disposición de las plantas). Como afirma José María García-Mina, Catedrático de Química del Suelo, «La materia orgánica es el corazón del suelo. Sin ella, éste sería un sustrato inerte».

Un suelo sin agregados es un suelo masivo, casi como el cemento. Cuando llueve, el agua no puede penetrar y se pierde por escorrentía. Un suelo rico en materia orgánica y con una buena estructura de agregados actúa como una esponja: absorbe el agua rápidamente durante un aguacero y la almacena en su red de poros. Esta diferencia es medible y ha sido demostrada en ensayos de larga duración en España.

Estudio de caso IFAPA: Siembra directa vs. laboreo tradicional

Un ensayo comparativo en la finca Tomejil (Carmona), que data de 1982, demuestra que la siembra directa, al preservar la materia orgánica y la estructura, mantiene una mayor retención de agua tanto en estados húmedos (>0.25 kg/kg) como secos (0.15-0.20 kg/kg). Esta capacidad extra prolonga significativamente el ciclo vegetativo del cultivo bajo condiciones de sequía en comparación con el laboreo tradicional, que degrada la estructura.

Por tanto, cada vez que aportamos compost, dejamos los restos de cosecha en superficie o sembramos una cubierta vegetal, no solo estamos «abonando», estamos construyendo la infraestructura física de nuestro embalse subterráneo. Estamos fabricando el pegamento que mantendrá unida nuestra esponja.

A recordar

  • Su suelo es su principal activo para almacenar agua; su gestión determina la resiliencia a la sequía.
  • La materia orgánica, el acolchado y la reducción del laboreo son las tres inversiones más rentables para aumentar la capacidad de retención de agua.
  • El objetivo no es solo captar agua, sino maximizar su infiltración y minimizar su evaporación, tratando la finca como un sistema hidrológico integrado.

Riego de alta precisión: el arte de dar a la planta lo que necesita, cuándo lo necesita y dónde lo necesita

Una vez que hemos convertido nuestro suelo en una esponja de alta capacidad, el último paso es usar el agua almacenada (y la de riego) con la máxima eficiencia. El riego de alta precisión es la antítesis del riego por calendario. Se basa en una premisa simple: dar a la planta solo el agua que necesita, exactamente cuándo y dónde la necesita. Esto implica el uso de tecnología para monitorizar el estado hídrico real del suelo y de la planta, y aplicar el agua de la forma más localizada posible, como el riego por goteo subterráneo.

Una de las técnicas más avanzadas es el Riego Deficitario Controlado (RDC), especialmente útil en cultivos leñosos como el olivar o el viñedo. Consiste en inducir un estrés hídrico controlado en fases específicas del desarrollo del cultivo donde una menor disponibilidad de agua no afecta al rendimiento final e incluso puede mejorar la calidad del fruto (por ejemplo, aumentando la concentración de polifenoles en la uva o el aceite). Para implementar el RDC no basta con la intuición; se requiere un seguimiento exhaustivo con sensores de humedad del suelo (tensiómetros, sondas de capacitancia) y, a veces, medidas del potencial hídrico de la propia planta.

Aplicar estas técnicas en un suelo que ya tiene una alta capacidad de retención es donde se produce la magia. La esponja del suelo actúa como un buffer, un colchón de seguridad que permite jugar con estos estreses controlados sin poner en riesgo el cultivo. La combinación de un suelo sano y un riego inteligente es la fórmula definitiva para una productividad máxima con un consumo mínimo de agua, un objetivo ineludible en la agricultura española del siglo XXI.

Plan de acción para implementar un riego de alta precisión

  1. Instalar sensores: Colocar sensores de humedad del suelo (tensiómetros o sondas capacitivas) en la zona radicular activa para tener datos objetivos del estado hídrico.
  2. Identificar fases críticas: Determinar las fases fenológicas del cultivo que son más y menos sensibles al estrés hídrico para planificar la estrategia de riego.
  3. Aplicar estrés controlado: Reducir o suspender el riego en los momentos específicos identificados para mejorar la calidad o ahorrar agua sin mermar la producción.
  4. Monitorizar la respuesta: Observar constantemente la respuesta del cultivo (visual, sensores de planta) para asegurarse de que el estrés no supera el umbral perjudicial.
  5. Ajustar la programación: Basar las decisiones de riego en los datos de los sensores y la fenología, no en un calendario fijo, adaptándose a las condiciones climáticas de cada campaña.

La optimización del uso del agua es el paso final para cerrar el círculo de la eficiencia. Es esencial dominar los fundamentos del riego de precisión para maximizar cada gota.

Questions fréquentes sur la gestión del agua en suelos agrícolas

¿Qué sistemas de retención hídrica son más efectivos en España?

Los sistemas más efectivos incluyen charcas, balsas, zanjas de infiltración (swales) y bancales tradicionales mediterráneos, que actúan como sistemas inteligentes para ralentizar e infiltrar el agua en laderas.

¿Se necesitan permisos de las Confederaciones Hidrográficas?

Sí, ciertos tipos de obras de captación de agua requieren permisos de la Confederación Hidrográfica correspondiente. Es importante consultar el marco legal antes de realizar modificaciones.

¿Cuánta agua se puede cosechar de tejados de naves agrícolas?

La cantidad varía según la zona pluviométrica, pero una nave estándar puede recolectar miles de litros anuales, útiles para servicios auxiliares o riego de apoyo.

Escrito por Lucía Navarro, Lucía Navarro es una ingeniera agrónoma de 32 años, especializada en agricultura de precisión y nuevas tecnologías. En los últimos 8 años, ha liderado proyectos de implementación de AgTech en algunas de las explotaciones más innovadoras del Valle del Ebro.