
El coste real de un tratamiento no está en la factura del producto, sino en la eficacia que se pierde por factores que nadie mide.
- Una mala calidad del agua (pH) puede reducir la vida de un fitosanitario de días a minutos, anulando su efecto antes de tocar la planta.
- No calcular el Umbral de Daño Económico (UDE) puede llevar a tratamientos que cuestan más que el daño que previenen.
- La resistencia no es mala suerte, es el resultado predecible de una estrategia de aplicación repetitiva y poco diversificada.
Recomendación: Deje de pensar en el gasto y empiece a pensar en la inversión. El primer paso es medir una de estas variables «invisibles» en su propia explotación, como el pH del agua de sus tratamientos.
Muchos agricultores sienten una frustración recurrente: la inversión en fertilizantes y fitosanitarios aumenta, pero los resultados no siempre acompañan. Se sigue la dosis recomendada, se aplica el producto de siempre, y aun así, la plaga persiste o el cultivo no responde como se esperaba. Es la sensación de estar atrapado en una rueda de dependencia química, donde cada año se gasta más para, con suerte, mantener la misma producción. El consejo habitual se centra en cambiar de producto o simplemente aumentar la dosis, una solución que rara vez ataca la raíz del problema.
El enfoque convencional ignora una verdad fundamental que cualquier ingeniero agrónomo pragmático conoce: la eficacia de un insumo no reside solo en la molécula, sino en un ecosistema de factores que determinan si esa molécula llegará a su objetivo y hará su trabajo. Hablamos de la calidad del agua, la técnica de aplicación, la presión de selección sobre las plagas y, sobre todo, la estrategia económica que justifica cada euro gastado. Pensar que el éxito de un tratamiento se juega únicamente en la elección del producto es como creer que un motor de Fórmula 1 rendirá igual con gasolina de baja calidad y neumáticos gastados.
Pero, ¿y si la verdadera clave para optimizar la rentabilidad no fuera encontrar el producto «milagroso», sino convertirse en un maestro de las variables que controlan su eficacia? Este manual no es una declaración de guerra contra la química agrícola; es una declaración de guerra contra su mal uso. Es una guía para pasar de ser un mero aplicador a un estratega de la rentabilidad. No se trata de eliminar los insumos, sino de usarlos con la inteligencia y precisión de un cirujano, asegurando que cada gota y cada gramo se traduzca en un retorno de la inversión medible y tangible.
A lo largo de este artículo, desglosaremos los puntos críticos donde se pierde dinero y eficacia, y le daremos las herramientas para tomar el control. Analizaremos desde el cálculo que determina si un tratamiento es rentable hasta los detalles técnicos que pueden duplicar el poder de sus aplicaciones. Prepárese para cambiar su perspectiva sobre los insumos químicos para siempre.
Sumario: La estrategia completa para el uso rentable de insumos agrícolas
- ¿Cuándo vale la pena tratar? El cálculo para saber si un tratamiento fitosanitario te cuesta más de lo que te salva
- La ‘sopa’ de fitosanitarios: por qué mezclar productos en el tanque es una idea terrible (la mayoría de las veces)
- El pH de tu agua puede estar costándote una fortuna: cómo un simple ajuste duplica la eficacia de tus tratamientos
- La deriva, el enemigo invisible: cómo asegurar que cada gota de fitosanitario acaba en tu cultivo y no en el campo del vecino
- Por qué tu ‘mata-todo’ ya no mata nada: la guía para gestionar la resistencia a herbicidas y fungicidas
- El armario de los fitosanitarios y el ROPO: la guía para pasar una inspección sin un solo fallo
- Fertilizante mineral vs. estiércol: el análisis de rentabilidad que va más allá del precio por unidad de nitrógeno
- La estrategia del ‘insumo inteligente’: cómo reducir a la mitad tu gasto en fertilizantes, semillas y piensos
¿Cuándo vale la pena tratar? El cálculo para saber si un tratamiento fitosanitario te cuesta más de lo que te salva
La decisión más fundamental en la gestión de plagas no es qué producto usar, sino si se debe usar alguno. Arrancar el tractor y pulverizar «por si acaso» o porque «es la época» es una de las fugas de rentabilidad más comunes en la agricultura. Cada aplicación tiene un coste directo (producto, combustible, mano de obra) y costes indirectos (impacto en fauna auxiliar, riesgo de resistencias). La pregunta profesional no es «cómo mato al bicho», sino «¿me cuesta más el bicho que el tratamiento?».
La respuesta técnica a esta pregunta es el Umbral de Daño Económico (UDE). Este concepto define el nivel de densidad de una plaga a partir del cual el daño que provocará en el cultivo superará el coste total del tratamiento para controlarla. Tratar por debajo de ese umbral es, literalmente, perder dinero. Tratar muy por encima es llegar tarde y asumir pérdidas que podrían haberse evitado. El objetivo del agricultor estratega es actuar justo en el momento en que la balanza se inclina.
El cálculo del UDE no es brujería, es matemática aplicada a la agronomía. Requiere monitorizar la plaga, conocer el coste de la intervención y estimar el valor de la cosecha. Afortunadamente, la tecnología está simplificando este proceso. La monitorización precisa y la modelización predictiva son herramientas cada vez más accesibles.
Estudio de caso: El proyecto oliVAr y el UDE en tiempo real
En España, el proyecto oliVAr ha desarrollado un sistema que automatiza en gran medida esta decisión. Utilizando trampas inteligentes y visión artificial, el software procesa datos diarios para generar una curva de vuelo de insectos clave en el olivar. El sistema informa al agricultor sobre el UDE actual en su parcela, indicando el momento exacto para decidir una acción preventiva. Este enfoque evita que la plaga cause una reducción en el valor del cultivo mayor que el coste del tratamiento. El resultado, según el proyecto oliVAr de gestión inteligente del olivar, es una notable reducción de los costes asociados a la gestión de plagas, al disminuir la aplicación de fitosanitarios y las visitas a campo de los técnicos.
En definitiva, tratar un cultivo sin conocer su UDE es como conducir con los ojos vendados: puede que llegues a tu destino, pero lo más probable es que sufras un accidente costoso por el camino. Implementar un sistema de monitorización y decisión basado en umbrales es el primer paso para pasar de un gasto reactivo a una inversión controlada.
La ‘sopa’ de fitosanitarios: por qué mezclar productos en el tanque es una idea terrible (la mayoría de las veces)
La tentación de mezclar varios productos en el mismo tanque es grande. Ahorra tiempo, combustible y pasadas por la parcela. Sin embargo, esta «sopa» química puede convertirse rápidamente en un problema muy caro. La incompatibilidad entre productos no es una anécdota, es una reacción química que puede anular la eficacia de los fitosanitarios, obstruir los filtros y boquillas del pulverizador, e incluso dañar el cultivo. El ahorro de una pasada puede costar el valor de todo el tratamiento.
Este fenómeno tiene un nombre técnico. Como explican desde Servicios Agrícolas España en su guía especializada:
Un ‘Corte de Mezcla’ en el contexto de los productos fitosanitarios se refiere a una situación en la que la mezcla de diferentes productos químicos en el tanque de aplicación resulta en una reacción física o química no deseada. Esto puede manifestarse de varias maneras, incluyendo la formación de precipitados, la separación de fases, o la gelificación.
– Servicios Agrícolas España, Guía técnica de mezclas fitosanitarias
Un «corte» significa que los productos caros que acaba de comprar se han convertido en un lodo inútil en el fondo del tanque. Las causas son variadas: pH del agua, formulaciones químicas opuestas (por ejemplo, mezclar productos muy ácidos con muy alcalinos), o la interacción con otros aditivos. Asumir que dos productos son compatibles solo porque sus etiquetas no lo prohíben explícitamente es un riesgo innecesario.
La buena noticia es que no necesita un laboratorio para evitar un desastre. Existe un método sencillo y barato que todo profesional debería conocer: la prueba de la jarra. Antes de mezclar cientos o miles de litros en su tanque, realice una prueba a pequeña escala para verificar la compatibilidad física de la mezcla. Es una inversión de 15 minutos que puede salvar miles de euros.
Plan de acción: Protocolo de prueba de compatibilidad en jarra
- Preparación: Utilice un recipiente transparente (una jarra o botella de vidrio) y añada agua hasta aproximadamente la mitad de su volumen. Use la misma agua que empleará para el tratamiento real.
- Añadir coadyuvantes: Si va a usar un agente de compatibilidad, un regulador de pH o un mojante, añádalo ahora y agite bien hasta que la mezcla sea homogénea.
- Orden de mezcla: Añada cada componente de la mezcla en el orden correcto (generalmente: polvos mojables (WP), gránulos dispersables (WG), suspensiones concentradas (SC), y finalmente concentrados emulsionables (EC)). Agite después de añadir cada producto.
- Completar y mezclar: Llene el resto del recipiente con agua, ciérrelo y agite vigorosamente para homogeneizar la mezcla final.
- Observación: Deje reposar la jarra durante 15-30 minutos y observe atentamente. Busque signos de incompatibilidad como formación de grumos (floculación), precipitados en el fondo, separación en capas o una textura gelatinosa.
Ignorar la compatibilidad de las mezclas es jugar a la lotería con su inversión. La prueba de la jarra es el seguro más barato que puede contratar para garantizar que su «sopa» de fitosanitarios sea nutritiva para su rentabilidad, y no un veneno para su bolsillo.
El pH de tu agua puede estar costándote una fortuna: cómo un simple ajuste duplica la eficacia de tus tratamientos
Usted compra el mejor herbicida, el fungicida más avanzado, y lo mezcla cuidadosamente en su tanque. Pero hay un ingrediente silencioso que puede estar saboteando toda la operación antes de que la primera gota salga de la boquilla: el agua. Concretamente, el pH del agua. La mayoría de los agricultores utilizan el agua directamente de su pozo o balsa sin analizarla, ignorando que esta variable puede ser el factor más determinante en la rentabilidad oculta de un tratamiento.
El problema se llama hidrólisis alcalina. Muchos ingredientes activos de fitosanitarios son químicamente inestables en agua con un pH alcalino (superior a 7). En estas condiciones, las moléculas del producto se descomponen y pierden su eficacia a una velocidad alarmante. Según análisis técnicos sobre calidad del agua para fitosanitarios, una solución alcalina puede disminuir la vida media de insecticidas, fungicidas y herbicidas en cuestión de minutos. Está, literalmente, tirando su dinero por el desagüe antes de empezar a tratar.
La «vida media» de un producto es el tiempo que tarda en degradarse al 50% de su concentración inicial. Un pH inadecuado puede acortar esta vida media de forma dramática. No es un problema menor, es un factor que puede anular por completo la eficacia del tratamiento, obligándole a repetir la aplicación o asumiendo que «el producto no funciona».
Los datos sobre la vida media de productos comunes en función del pH son una llamada de atención. El siguiente cuadro muestra cómo un simple cambio en el agua puede determinar si un producto dura días o solo minutos.
| Producto | pH ideal | Vida media pH 7 | Vida media pH 9 |
|---|---|---|---|
| Glifosato | 4-5 | 32 días | 3 días |
| Mancozeb | 5 | 20 días | 17 horas |
| Deltametrina | 5-6 | 11 días | 45 minutos |
| Carbaril | 7 | 24 días | 24 horas |
Como se puede observar, un producto como la Deltametrina pierde la mitad de su potencia en 45 minutos en un agua con pH 9, mientras que a un pH neutro aguanta 11 días. Esto significa que si tarda más de una hora en aplicar el tanque, la última parte de su parcela está recibiendo un producto con una eficacia muy mermada. La solución es sorprendentemente simple y barata: medir y corregir el pH. Unas tiras reactivas o un medidor de pH digital (disponibles por muy poco dinero) y un producto acidificante (regulador de pH) son una de las inversiones más rentables que puede hacer. El objetivo es llevar el pH del caldo de tratamiento al rango óptimo para el producto que va a aplicar, que generalmente se sitúa entre 5 y 6.5.
Ignorar el pH del agua es dejar al azar uno de los factores más críticos para el éxito de su inversión. Medir y ajustar el pH no es un coste extra, es un seguro para garantizar que el 100% del dinero que ha gastado en un fitosanitario tiene la oportunidad de funcionar.
La deriva, el enemigo invisible: cómo asegurar que cada gota de fitosanitario acaba en tu cultivo y no en el campo del vecino
Una vez que hemos decidido tratar, hemos hecho una mezcla compatible y hemos ajustado el pH del agua, nos enfrentamos al último desafío: asegurar que el producto llega a su objetivo. La deriva es el movimiento del producto pulverizado fuera del área de tratamiento, y es uno de los «fantasmas de la eficacia» más costosos. Cada gota que se lleva el viento es dinero perdido, un riesgo para cultivos colindantes y un incumplimiento potencial de la normativa.
En España, la regulación es muy clara al respecto. La preocupación por la deriva y la optimización de las aplicaciones no es solo una cuestión de buenas prácticas, es una obligación legal. Como señala el Grupo Operativo OLIVAR, la normativa europea es el marco de referencia: En España, esta directiva se ha transpuesto a través del Real Decreto 1311/2012, siendo la principal normativa que regula el uso de productos fitosanitarios en España y que pone un fuerte énfasis en minimizar el impacto ambiental, incluida la deriva.
Controlar la deriva no es solo una cuestión de tratar en días sin viento. Implica una calibración técnica del equipo de aplicación. Los factores clave a dominar son:
- Tamaño de la gota: Gotas muy finas (menos de 150 micras) son extremadamente propensas a la deriva. Gotas muy gruesas pueden escurrir de la hoja. La clave está en usar boquillas de baja deriva (antideriva) que generan un tamaño de gota óptimo.
- Presión de trabajo: A mayor presión, menor tamaño de gota y mayor riesgo de deriva. Ajustar la presión según las recomendaciones del fabricante de la boquilla es crucial.
- Altura de la barra: La barra de pulverización debe estar lo más cerca posible del cultivo objetivo sin tocarlo. Una mayor altura aumenta exponencialmente el tiempo que la gota está expuesta al viento.
- Velocidad de avance: Una velocidad excesiva genera turbulencias que arrastran el producto. Es preferible ir más lento y asegurar la cobertura.
La tecnología moderna ofrece soluciones cada vez más sofisticadas para adaptar la dosis y la aplicación a las características reales del cultivo, un concepto conocido como «pulverización de dosis variable».
Estudio de caso: El sistema DOSAOLIVAR para una aplicación precisa
El proyecto DOSAOLIVAR es un claro ejemplo de cómo la tecnología puede combatir la deriva y el desperdicio. Este sistema aconseja sobre el volumen de caldo necesario para cada tipología de plantación de olivar y facilita la regulación automática del atomizador. Al ajustar la dosis a la geometría y densidad real del árbol, se asegura que el producto se deposita en la vegetación y no en el aire o el suelo. DOSAOLIVAR ayuda a los agricultores a conseguir una correcta dosificación, optimizando la inversión y cumpliendo con el marco legal europeo que exige ajustar la dosis al cultivo.
No controlar la deriva es como regar una maceta con una manguera de bomberos: la mayor parte del agua (y del dinero) se pierde. Invertir en boquillas adecuadas, una correcta calibración y, si es posible, en tecnología de aplicación variable, es la forma más segura de que cada euro invertido en fitosanitarios acabe donde debe: protegiendo su cosecha.
Por qué tu ‘mata-todo’ ya no mata nada: la guía para gestionar la resistencia a herbicidas y fungicidas
Es un escenario familiar y desesperante: el herbicida que durante años mantenía sus campos limpios de repente parece «agua bendita». Las malas hierbas que antes caían fulminadas, ahora apenas amarillean. Esto no es mala suerte ni un lote de producto defectuoso; es la manifestación de un fenómeno biológico inevitable llamado resistencia. Cada vez que aplica un producto con el mismo modo de acción, está realizando una selección artificial: elimina a los individuos susceptibles y deja vivos a los pocos que, por pura casualidad genética, son resistentes. Esos supervivientes se reproducen y, en pocas campañas, toda la población es resistente.
La resistencia es la «deuda técnica» del mal uso de fitosanitarios. Es el resultado de una estrategia cortoplacista y repetitiva. Abusar del mismo ingrediente activo es la vía más rápida para inutilizarlo para siempre. La gestión de la resistencia no es una opción, es una obligación para la viabilidad a largo plazo de su explotación y, de hecho, una exigencia legal. Según la normativa europea transpuesta a España, desde enero de 2014, es obligatorio aplicar los principios de la Gestión Integrada de Plagas (GIP), cuyo pilar fundamental es, precisamente, prevenir la aparición de resistencias.
Abandonar la dependencia de un único «mata-todo» y adoptar una estrategia de GIP es la única salida. Esto no significa necesariamente dejar de usar químicos, sino usarlos de forma inteligente dentro de un plan más amplio. Las claves para una gestión eficaz de la resistencia son:
- Alternancia de modos de acción: Es el principio más importante. No alterne productos comerciales, alterne modos de acción (MoA). Revise la etiqueta de sus productos para identificar el grupo al que pertenecen (indicado por códigos como FRAC para fungicidas o HRAC para herbicidas) y asegúrese de rotar entre grupos diferentes.
- Uso de dosis correctas: Infradosificar es tan peligroso como sobredosificar. Dosis subletales pueden no matar a los individuos medianamente resistentes, permitiéndoles sobrevivir y reproducirse. Aplique siempre la dosis de etiqueta recomendada para el problema en cuestión.
- Combinación de métodos: La química es solo una herramienta. Integre métodos culturales (rotación de cultivos, laboreo), físicos (desbroce) y biológicos. Cuantas más presiones de selección diferentes aplique, más difícil será para una plaga adaptarse.
- Tratar solo cuando sea necesario: Como vimos en la sección del UDE, cada aplicación innecesaria es una ronda de selección que acelera la aparición de resistencias. Elimine los tratamientos por calendario.
Pensar que puede seguir usando el mismo producto año tras año es una garantía de fracaso futuro. La gestión de la resistencia no es un coste, es la inversión más importante para asegurar que seguirá teniendo herramientas químicas eficaces en su arsenal para los años venideros.
El armario de los fitosanitarios y el ROPO: la guía para pasar una inspección sin un solo fallo
La gestión inteligente de insumos no es solo técnica y económica, también es administrativa y legal. Una inspección de Sanidad Vegetal o del SEPRONA puede salir muy cara si no se cumplen las normativas. Dos de los puntos más críticos son el almacenamiento de productos fitosanitarios y la correcta inscripción en el Registro Oficial de Productores y Operadores (ROPO). Ignorar estas obligations no solo conlleva sanciones, sino que refleja una falta de profesionalidad.
El armario o local de fitosanitarios no es un simple trastero. Debe cumplir unos requisitos mínimos para garantizar la seguridad de las personas y el medio ambiente. Estos son los puntos clave que un inspector revisará:
- Ubicación y construcción: Debe ser un local exclusivo, cerrado con llave, con ventilación (preferiblemente al exterior) y construido con materiales no combustibles. El suelo debe ser impermeable y disponer de un sistema de contención de derrames (un pequeño bordillo, por ejemplo).
- Organización interna: Los productos deben estar almacenados en estanterías seguras, nunca en contacto directo con el suelo. Los productos inflamables, tóxicos o muy tóxicos deben estar separados del resto. Los envases vacíos deben gestionarse a través del sistema SIGFITO.
- Seguridad: Debe disponer de señalización de advertencia («Materias peligrosas»), un extintor de incendios accesible y los equipos de protección individual (EPI) a mano, pero fuera del contacto directo con los químicos.

Por otro lado, el ROPO es el registro que acredita que usted está capacitado para comprar y usar productos fitosanitarios de uso profesional. Estar correctamente inscrito es tan importante como tener el carné de conducir para llevar un coche. La mayoría de agricultores están inscritos como «usuario profesional», pero a menudo se desconocen las implicaciones de aplicar productos en parcelas de terceros, incluso si es un favor a un familiar o vecino. Esta es una de las causas más comunes de sanción.
Tener el almacén en regla y el ROPO al día no es «cumplir por cumplir». Es la demostración de que usted es un profesional que se toma en serio la seguridad, el medio ambiente y su propia actividad. Es la base sobre la cual se construye una gestión rentable y sostenible, evitando que una sanción inesperada arruine los beneficios de toda una campaña.
Fertilizante mineral vs. estiércol: el análisis de rentabilidad que va más allá del precio por unidad de nitrógeno
La decisión sobre qué fertilizante usar a menudo se simplifica a una sola variable: el precio por unidad de nitrógeno (N), fósforo (P) o potasio (K). En esta comparación, el fertilizante mineral casi siempre parece más barato. Sin embargo, este análisis es peligrosamente incompleto. Un estratega de la rentabilidad sabe que el coste real de un insumo incluye muchos otros factores «ocultos» que pueden cambiar por completo el resultado de la ecuación. Comparar un abono mineral con estiércol u otra enmienda orgánica basándose solo en el precio por kilo de nutriente es un error de principiante.
Para tomar una decisión profesional, es necesario realizar un análisis de costes totales, que incluya todas las operaciones y efectos secundarios. El precio de compra es solo la punta del iceberg. Por ejemplo, el estiércol, aunque más barato por unidad de N, suele tener mayores costes de transporte y aplicación debido a su volumen. Pero, por otro lado, aporta beneficios que el fertilizante mineral no ofrece.
El principal de estos beneficios es el aporte de materia orgánica, un componente vital para la salud del suelo, especialmente en España. De hecho, según estudios del Ministerio de Agricultura sobre calidad de suelos, la situación es preocupante, ya que los suelos españoles tienen niveles de materia orgánica inferiores al 1.5% en el 75% de las tierras de cultivo. La materia orgánica mejora la estructura del suelo, aumenta la capacidad de retención de agua y nutrientes (lo que hace más eficientes futuras fertilizaciones) y fomenta la vida microbiana. Estos son beneficios a largo plazo que se traducen en ahorros y mayor resiliencia del cultivo.
El siguiente cuadro, basado en datos de un estudio en olivar, ilustra cómo un análisis completo puede cambiar la perspectiva. Se comparan los costes totales, incluyendo externalidades positivas y negativas.
| Factor de coste/beneficio | Fertilizante Mineral | Estiércol |
|---|---|---|
| Precio por kg N | 1.2€ | 0.4€ |
| Transporte (50km) | 0.1€/kg | 0.3€/kg |
| Aplicación | 15€/ha | 35€/ha |
| Almacenamiento | 5€/t | 15€/t |
| Control malas hierbas adicional | 0€/ha | 20€/ha |
| Mejora estructura suelo (valorado a 5 años) | 0€/ha | -50€/ha (ahorro) |
La elección entre fertilizantes minerales y orgánicos no es una cuestión ideológica, sino económica y estratégica. A veces, la opción mineral será la más rentable. Otras, una enmienda orgánica será una inversión a largo plazo mucho más inteligente. La clave es tener todos los datos sobre la mesa y tomar la decisión basándose en la rentabilidad total para su explotación, no solo en el precio de la saca.
Puntos clave a recordar
- El Umbral de Daño Económico (UDE) debe ser la única razón para iniciar un tratamiento; tratar por calendario o «por si acaso» es perder dinero.
- La eficacia de un fitosanitario depende críticamente de factores como el pH del agua; una simple medición y corrección puede duplicar su efectividad.
- La gestión de resistencias mediante la rotación de modos de acción no es una opción, es una necesidad estratégica para asegurar la viabilidad de las herramientas químicas a largo plazo.
La estrategia del ‘insumo inteligente’: cómo reducir a la mitad tu gasto en fertilizantes, semillas y piensos
Hemos recorrido un camino que nos aleja de la aplicación por inercia y nos acerca a la inteligencia química. Hemos visto que la rentabilidad no está en el producto, sino en la estrategia. Desde decidir si tratar (UDE) hasta asegurar que cada gota cuenta (pH, deriva), cada paso es una oportunidad para optimizar la inversión. El paso final es integrar todos estos principios en una filosofía global: tratar cada insumo, ya sea un fitosanitario, una semilla o un saco de pienso, como una inversión financiera de alta precisión.
Reducir el gasto a la mitad no es una fantasía, es el resultado de aplicar sistemáticamente una lógica de eficiencia. La clave es la información. Cuanto mejor conozca su suelo, su cultivo, su plaga y su equipo, más quirúrgicas serán sus intervenciones. La agricultura de precisión ya no es ciencia ficción para grandes corporaciones; es un conjunto de herramientas cada vez más asequibles que permiten aplicar esta filosofía a escala real.
Sensores de suelo, drones con cámaras multiespectrales, GPS en la maquinaria… todo ello converge en un objetivo: pasar de tratar hectáreas a tratar metros cuadrados. En lugar de aplicar una dosis uniforme de fertilizante en toda una parcela, la agricultura de precisión permite aplicar más donde hace falta y menos donde no, basándose en mapas de rendimiento y análisis en tiempo real.
Estudio de caso: Ahorro real con fumigación de precisión en España
La aplicación de esta tecnología ya está dando resultados tangibles. Por ejemplo, la fumigación selectiva con drones, que permite aplicar agroquímicos solo en las zonas afectadas por una plaga o enfermedad, puede reducir el gasto en producto hasta en un 30%. La monitorización con sensores y drones permite a los agricultores detectar zonas con bajo rendimiento y ajustar sus estrategias de fertilización o riego de forma localizada. Este uso ultraeficiente de los insumos no solo reduce drásticamente los costes, sino que, como beneficio adicional, minimiza el impacto ambiental protegiendo el suelo y el agua.
El obstáculo a menudo no es tecnológico, sino mental. Adoptar esta estrategia requiere un cambio de paradigma. Sin embargo, el potencial de mejora en España es enorme. Según datos del sector de maquinaria agrícola europea, mientras que en Europa entre el 70% y el 80% del nuevo equipamiento agrícola ya incorpora tecnología de precisión, España va por detrás. Por ejemplo, solo el 35% de los aplicadores de fertilizantes vendidos en el país cuentan con control de dosis de precisión. Esta brecha no es una debilidad, sino una gigantesca oportunidad de mejora y de ganancia de competitividad para los agricultores españoles que decidan dar el paso.
El futuro de la rentabilidad agrícola no pasa por encontrar un nuevo producto químico milagroso. Pasa por usar los que ya tenemos con una inteligencia y una precisión sin precedentes. Empiece hoy mismo: mida algo que nunca haya medido, cuestione una aplicación que siempre ha hecho por costumbre y calcule el retorno de una de sus inversiones. Ese es el primer paso en el camino del ‘químico’ inteligente.
Preguntas frecuentes sobre El manual del ‘químico’ inteligente: cómo usar los insumos para maximizar la rentabilidad, no la dependencia
¿Es obligatorio estar inscrito en el ROPO para todos los agricultores?
Todo agricultor con carné básico o cualificado de tratamientos fitosanitarios debe figurar en el ROPO, al menos en la categoría de usuario profesional. Esta inscripción valida la formación en el uso seguro de estos productos y es obligatoria para poder comprarlos y aplicarlos.
¿Qué sucede si aplico fitosanitarios en parcelas de familiares o vecinos?
En ese caso, además de estar registrado como usuario profesional, debe figurar también como aplicador, es decir, en la segunda categoría del ROPO. Incluso cuando no se percibe una remuneración directa, la normativa exige el registro como aplicador si se trabaja sobre parcelas ajenas.
¿Qué sanciones pueden aplicarse durante una inspección?
Durante una inspección, si en el cuaderno de explotación del titular aparece que los tratamientos han sido realizados por una persona que no figura en el ROPO como aplicador, pueden imponerse sanciones tanto al aplicador como al titular.