Publicado el marzo 15, 2024

Dejar de tomar decisiones ‘a ojo’ y empezar a pilotar el cultivo en tiempo real no es ciencia ficción: se traduce directamente en ahorros de hasta un 45% en agua y fertilizantes, y en un cumplimiento normativo más sencillo.

  • Los sensores de suelo no solo dicen si la tierra está seca, sino a qué profundidad, permitiendo riegos más cortos y eficientes que ahorran hasta un 30% de agua.
  • Una estación meteorológica local en tu finca es la herramienta más fiable para predecir plagas y optimizar la aplicación de fitosanitarios, amortizando su coste en una sola campaña.

Recomendación: El primer paso es dejar de pensar en los sensores como un gasto y verlos como un consejero agrónomo. Empieza por identificar el mayor punto de incertidumbre en tu finca (riego, plagas, fertilización) y busca un sensor que te dé esa respuesta concreta.

Para cualquier agricultor, la jornada está llena de preguntas cruciales: ¿es el momento adecuado para regar?, ¿será suficiente este abonado?, ¿se aproxima una plaga? Durante décadas, las respuestas se han basado en la experiencia, la intuición y calendarios fijos. Se riega cada ciertos días o se abona en fechas preestablecidas, un método que, aunque funcional, a menudo implica un derroche de recursos y una incertidumbre constante. Tomar decisiones «a ojo» es como conducir en la niebla; se avanza, pero el riesgo de desviarse es enorme.

El mercado tecnológico propone una avalancha de soluciones: drones, satélites, big data, «Agricultura 4.0». Sin embargo, estos conceptos a menudo suenan lejanos, complejos y caros. La verdadera revolución no está en coleccionar la mayor cantidad de datos posible, sino en obtener los datos correctos y saber qué hacer con ellos. ¿Y si la clave no fuera tener una tecnología abrumadora, sino un traductor fiable que nos diga, en un lenguaje claro, qué necesita exactamente nuestra explotación aquí y ahora?

Este es el verdadero poder de los sensores de campo. No son simples gadgets, son los oídos y el tacto del agricultor extendidos bajo tierra, sobre las hojas y en el aire. Son consejeros agrónomos silenciosos que monitorizan 24/7. Este artículo no es un catálogo de tecnología, sino un manual de traducción. A lo largo de las siguientes secciones, aprenderemos a interpretar las señales que nos envían estos «chivatos» para transformar cada dato en una decisión agronómica precisa, rentable y sostenible, con ejemplos concretos aplicados a la realidad de la agricultura en España.

Para aquellos que prefieren un formato visual, este vídeo ofrece una inmersión en la tecnología detrás del análisis de suelo eficiente, complementando perfectamente los consejos prácticos de esta guía.

Para abordar de forma estructurada esta transición hacia una agricultura de precisión, hemos organizado este contenido en varios puntos clave. Cada sección se centra en un tipo de ‘escucha’ específica, desde el suelo hasta la propia planta, proporcionando las claves para interpretar sus mensajes.

La pregunta del millón: ¿cuándo y cuánto regar? La respuesta definitiva está bajo tierra y así puedes leerla

La decisión más frecuente y, a menudo, la más ineficiente, es la del riego. Regar por calendario o basándose en la apariencia superficial del suelo es un error costoso. La verdadera respuesta no está en la superficie, sino en la zona radicular, donde la planta realmente absorbe el agua. Los sensores de humedad del suelo, instalados a diferentes profundidades (por ejemplo, a 20, 40 y 60 cm), actúan como una radiografía en tiempo real del perfil hídrico de tu parcela. No solo te dicen «está seco», sino «está seco a 20 cm, pero todavía hay humedad de reserva a 40 cm».

Esta información permite pasar de riegos largos y espaciados, que a menudo provocan pérdidas por percolación profunda, a riegos más cortos y frecuentes. El objetivo es mantener la humedad justo en la «zona de confort» de las raíces, sin desperdiciar una sola gota. Este cambio de estrategia tiene un impacto directo y medible. Por ejemplo, en olivares intensivos de Jaén, la implementación de sondas de humedad ha permitido a los agricultores ajustar sus riegos para maximizar la eficiencia.

Caso práctico: Ahorro de agua en olivar intensivo (Jaén)

Agricultores de la zona instalaron sensores de suelo a distintas profundidades y comprobaron que gran parte del agua de riego se perdía hacia el subsuelo, más allá del alcance de las raíces. Al cambiar a riegos más cortos y frecuentes guiados por los datos de los sensores, lograron mantener el agua disponible exclusivamente en la zona radicular. El resultado fue una reducción del 30% en el consumo de agua, asegurando que ni una gota llegara a los 60 cm de profundidad, donde ya no era útil para el cultivo.

Este nivel de precisión no es una excepción. De hecho, la optimización basada en datos de sensores puede llevar a una reducción de entre el 30% y el 45% en el consumo de agua de riego, transformando un gasto fijo en una variable controlada y optimizada. Es el primer paso para dejar de regar la tierra y empezar a regar la planta.

Las 5 señales que te grita una planta sedienta (y que probablemente estás ignorando)

Una planta no sufre estrés hídrico de un momento a otro. Emite señales de alerta mucho antes de que veamos síntomas visuales como el marchitamiento o el enrollamiento de las hojas. El problema es que, cuando estos síntomas son visibles, la planta ya ha perdido potencial productivo. Los sensores nos permiten actuar como «traductores» de esas señales tempranas e invisibles, anticipándonos al problema en lugar de reaccionar tarde.

La diferencia entre la observación visual y la monitorización con datos es abismal. Mientras el ojo humano detecta el problema (el síntoma), el sensor detecta el esfuerzo que la planta está haciendo para evitar ese problema (la causa). Esta anticipación es la clave de la proactividad. Por ejemplo, un sensor de potencial matricial puede detectar el esfuerzo que hace el cultivo para extraer agua del suelo horas antes de que la hoja muestre el más mínimo signo de decaimiento. Medir la temperatura foliar con termografía puede alertar de un cierre de estomas, un mecanismo de defensa invisible que precede a la deshidratación visible.

La siguiente tabla compara las señales tardías que vemos con los ojos y los datos que los sensores nos proporcionan mucho antes, dándonos una ventaja competitiva crucial.

Señales visibles vs. datos del sensor: la ventaja de la anticipación
Señal Visual Dato del Sensor Ventaja Temporal
Hoja enrollada (maíz) Potencial matricial crítico detectado 6 horas de anticipación
Marchitamiento visible Esfuerzo del cultivo para extraer agua del suelo 8-12 horas antes
Superficie seca Humedad estable a 30cm profundidad Evita riegos innecesarios
Color apagado Temperatura foliar elevada 4-6 horas de ventaja
Crecimiento lento Valores fuera de zona de confort hídrico 2-3 días de anticipación

Además, fiarse de la temperatura del aire puede ser engañoso. Hay estudios que demuestran que, en un día frío, la temperatura a la altura del cultivo puede calentarse hasta 15 grados mientras que un termómetro estándar a 1,5 metros sigue marcando 12 o 13 grados. Esta diferencia, invisible para nosotros, es un factor de estrés que solo los sensores locales pueden detectar.

Tu propia AEMET en la finca: por qué una estación meteorológica local es la mejor inversión para predecir plagas y optimizar tratamientos

Confiar en la previsión meteorológica general para tomar decisiones agronómicas es como usar un mapa de España para orientarse en las calles de un pueblo. Es útil, pero impreciso. Las condiciones de tu finca (microclima, viento, humedad relativa) son únicas. Una estación agrometeorológica instalada en tu parcela te da datos hiperlocales, que son la base para dos de las optimizaciones más rentables: la predicción de enfermedades y la eficiencia de los tratamientos fitosanitarios.

Estación meteorológica automatizada entre viñedos españoles monitorizando condiciones climáticas

Modelos de predicción de enfermedades como el mildiu o el oídio se alimentan de datos de temperatura, humedad y horas de hoja mojada. Con los datos de tu propia estación, estos modelos alcanzan una precisión altísima, permitiéndote aplicar tratamientos preventivos solo cuando el riesgo es real, en lugar de hacerlo por calendario. Esto no solo ahorra costes en productos, sino que reduce la presión de selección de resistencias y el impacto ambiental. En cultivos de alto valor como el viñedo, esta anticipación es crucial, y ya se utilizan plataformas de análisis para modular caudales y tratamientos parcela a parcela.

Además, la estación te informa de las condiciones óptimas para la aplicación de tratamientos. Pulverizar con viento provoca deriva, y hacerlo con altas temperaturas y baja humedad puede causar fitotoxicidad y evaporación del producto antes de que actúe. Conocer la velocidad del viento y la humedad en tiempo real en tu finca te permite elegir el momento exacto para maximizar la eficacia de cada aplicación. El retorno de la inversión es tan rápido que, en muchos casos, se amortiza en una sola campaña, simplemente por los ahorros en fitosanitarios y la prevención de una cosecha dañada. Algunas startups españolas ya han demostrado cómo esta tecnología puede generar ahorros masivos, como confirman datos de la startup Prismab que reportan ahorros significativos de agua y recursos.

Fertilización de precisión: el arte de dar a cada planta lo que necesita, ni más ni menos, y dejar de abonar ‘a bulto’

La fertilización «a bulto», aplicando la misma dosis a toda la parcela, es el equivalente agrícola de dar la misma medicina a todos los pacientes sin un diagnóstico previo. Es una práctica ineficiente, costosa y medioambientalmente insostenible. La fertilización de precisión, por el contrario, consiste en aplicar el nutriente correcto, en la cantidad correcta, en el momento correcto y en el lugar correcto. Y para lograrlo, los sensores son, de nuevo, nuestros mejores aliados.

Los sensores de conductividad eléctrica (CE) del suelo, por ejemplo, nos dan una medida indirecta de la salinidad y la concentración de nutrientes en la disolución del suelo. Al cruzar estos datos con los de humedad, podemos gestionar la fertirrigación de una manera mucho más inteligente. Si la CE es alta, puede indicar una acumulación de sales que podría dañar el cultivo; si es baja, podría señalar una falta de nutrientes disponibles. En lugar de abonar según un plan estático, podemos realizar un pilotaje nutricional dinámico, ajustando las dosis en cada riego según lo que la planta está consumiendo.

Este enfoque transforma la gestión de la fertilización, pasando de un modelo basado en la oferta (lo que aplicamos) a uno basado en la demanda (lo que la planta necesita). Como señalan los expertos, el impacto es doble: económico y ambiental.

La reducción del consumo de agua ha rondado el 30% frente a esquemas tradicionales en explotaciones donde se ha implementado esta tecnología en regiones semiáridas de España.

– Investigadores del proyecto PRISMAB, Informe sobre agricultura de precisión con sensores agrícolas inteligentes

Con una sensorización que mida humedad y salinidad, cada gota de agua y cada gramo de fertilizante contribuyen al máximo a la producción, reduciendo sensiblemente los costes en energía y abonos. Es el fin del «café para todos» en la nutrición de cultivos.

Para que esta aproximación sea realmente efectiva, es fundamental dominar el arte de ajustar la nutrición a las necesidades reales del cultivo.

Las ‘4R’ de la fertilización: la regla de oro para abonar de forma eficiente, rentable y sostenible

El concepto de fertilización de precisión se materializa en la regla de las «4R» (por sus siglas en inglés): Right Source (Fuente Correcta), Right Rate (Dosis Correcta), Right Time (Momento Correcto) y Right Place (Lugar Correcto). Aplicar este principio sin datos es prácticamente imposible. Los sensores actúan como el sistema nervioso que nos permite implementar las 4R con una eficacia sin precedentes, especialmente en un país donde, según datos del sector agrícola español, el regadío aporta más del 50% de la producción vegetal, haciendo crucial la eficiencia en el uso de insumos.

Veamos cómo los sensores nos ayudan a cumplir cada «R»:

  • Fuente Correcta (Right Source): Un análisis de suelo inicial es fundamental, pero los sensores de conductividad eléctrica (CE) nos permiten monitorizar la salinidad en tiempo real. Esto nos ayuda a elegir el tipo de fertilizante que mejor se adapta a las condiciones actuales del suelo, evitando acumulaciones salinas perjudiciales.
  • Dosis Correcta (Right Rate): Los sensores de humedad a distintas profundidades nos dicen cuánta agua hay disponible. Esto permite calcular con precisión la cantidad de fertilizante a inyectar en el sistema de fertirrigación para alcanzar la concentración deseada en la zona radicular, ni más ni menos.
  • Momento Correcto (Right Time): ¿Por qué abonar cuando la planta no está receptiva? Los sensores de humedad y los datos de la estación meteorológica (evapotranspiración) nos indican los momentos de máxima actividad radicular. Aplicar el fertilizante en esos picos de demanda asegura una absorción máxima.
  • Lugar Correcto (Right Place): La variabilidad dentro de una misma parcela es la norma. Cruzando datos de sensores de suelo con imágenes de satélite o drones (mapas NDVI), podemos identificar «microzonas» con diferentes necesidades y aplicar dosis variables de fertilizantes, una práctica conocida como Aplicación de Tasa Variable (VRA).

Aplicar las 4R no es solo una buena práctica agrícola; es una estrategia de negocio que reduce costes, aumenta la producción y protege el medio ambiente. Es la materialización de la inteligencia aplicada al campo.

Plan de acción: Implementación práctica de las 4R con sensores

  1. Fuente Correcta: Utilizar un sensor de CE para determinar el tipo de nutriente a aplicar según la salinidad del suelo y la tolerancia del cultivo.
  2. Dosis Correcta: Instalar sensores de humedad a distintas profundidades para conocer la cantidad exacta de agua en el perfil y calcular la dosis de fertirrigación.
  3. Momento Correcto: Ajustar los riegos y la aplicación de nutrientes según la demanda real del cultivo detectada por los sensores y los datos de evapotranspiración de la estación meteorológica.
  4. Lugar Correcto: Cruzar datos de sensores terrestres con imágenes multiespectrales de drones o satélites para identificar microzonas y planificar aplicaciones a tasa variable.
  5. Integración: Integrar los pronósticos meteorológicos a corto plazo de la estación local para optimizar el momento de la aplicación, evitando lluvias que puedan lavar el fertilizante.

El ‘chivato’ de la fertilidad: cómo los sensores de nutrientes te ayudan a aplicar el abono justo, en el lugar justo

Más allá de la eficiencia económica, la monitorización de nutrientes se está convirtiendo en una obligación legal en muchas zonas. La contaminación de acuíferos por nitratos es un problema grave, y la legislación es cada vez más estricta. En este contexto, los sensores de nutrientes dejan de ser una opción para convertirse en una herramienta indispensable para el cumplimiento normativo y la sostenibilidad.

Un caso paradigmático en España es el del Campo de Cartagena y la protección del Mar Menor. La presión agrícola ha sido señalada como una de las causas de la degradación de este ecosistema único. Como respuesta, la legislación se ha endurecido enormemente, exigiendo a los agricultores un control exhaustivo de la fertilización nitrogenada para evitar la lixiviación de nitratos.

Aquí es donde los sensores actúan como el perfecto «chivato». Los sensores de nitratos y de conductividad eléctrica, instalados en la zona radicular, alertan en tiempo real si se está aplicando un exceso de fertilizante que la planta no puede absorber y que, por tanto, corre el riesgo de filtrarse a capas más profundas y contaminar las aguas subterráneas. Esta monitorización continua proporciona al agricultor una prueba documental de su buena praxis.

Caso de uso: Cumplimiento normativo en la Zona Vulnerable del Mar Menor (Murcia)

Tras el éxito en la instalación de más de 1.000 sensores en cultivos de toda España, como en Granada y Almería, la tecnología de precisión se ha vuelto crucial en Murcia. La Ley de Protección Integral del Mar Menor exige que todos los cultivos del Campo de Cartagena cuenten con sensores de agricultura de precisión. Esta medida busca evitar desastres ambientales, obligando a los agricultores a demostrar que su fertilización se ajusta a las necesidades del cultivo y no genera excedentes contaminantes. Los sensores son la única forma de obtener esta evidencia objetiva y continua.

Por lo tanto, invertir en sensores de nutrientes ya no es solo una decisión para optimizar costes, sino una estrategia para asegurar la viabilidad de la explotación a largo plazo, garantizando el cumplimiento de normativas medioambientales cada vez más exigentes.

El ‘análisis de sangre’ de tus plantas: cómo usar sensores foliares para detectar una carencia antes de que sea visible

Si los sensores de suelo son una radiografía de la tierra, los sensores foliares son el «análisis de sangre» de la planta. Permiten detectar desequilibrios nutricionales o estrés mucho antes de que aparezcan los síntomas visuales, como la clorosis (amarillamiento). Cuando una hoja se vuelve amarilla, la carencia de un nutriente (como nitrógeno o hierro) ya es severa y la planta ha sufrido una pérdida de capacidad fotosintética que impactará en la producción. Actuar en ese momento es tratar la enfermedad, no prevenirla.

Los sensores ópticos foliares, como los medidores de clorofila (SPAD), miden la intensidad del color verde de la hoja, que está directamente relacionada con su contenido en clorofila y, por tanto, en nitrógeno. Una ligera disminución en el índice de clorofila, imperceptible para el ojo humano, es la primera señal de alerta de una carencia de nitrógeno. Esto permite realizar una aplicación foliar correctiva de forma inmediata, antes de que el problema se agrave.

Otras tecnologías, como la termografía infrarroja, pueden detectar «puntos fríos» en la canopia del cultivo que indican un mayor índice de transpiración y, por tanto, una mayor actividad, o «puntos calientes» que señalan estrés y cierre estomático. Al cruzar estos datos con mapas de vigor (NDVI) obtenidos con drones, se puede obtener un diagnóstico increíblemente preciso de la salud del cultivo a nivel de planta individual.

Checklist: Protocolo de detección precoz de carencias con sensores foliares

  1. Medir la clorofila: Realizar mediciones periódicas con un sensor óptico para medir la cantidad de clorofila presente en las hojas y detectar déficits nutricionales o enfermedades incipientes.
  2. Usar termografía: Emplear cámaras de termografía infrarroja para detectar variaciones de temperatura en las hojas, que indican una disminución de la actividad energética de la planta con alta precisión.
  3. Interpretar lo invisible: Utilizar los datos para obtener información relevante que nuestros ojos simplemente ignoran, como los primeros estadios de estrés hídrico o nutricional.
  4. Cruzar datos: Combinar los datos de los sensores foliares con mapas de vigor (NDVI) obtenidos por drones o satélites para obtener un diagnóstico preciso y localizado.
  5. Ajustar aplicaciones: Realizar aplicaciones foliares correctivas basándose en los valores detectados y comparándolos con los rangos de referencia específicos para cada cultivo y estado fenológico.

Esta aproximación proactiva, basada en un diagnóstico temprano, es la esencia de la agricultura de alta precisión. Es pasar de ser un «curandero» que actúa sobre los síntomas a ser un «médico» que previene la enfermedad basándose en análisis objetivos.

Puntos clave a recordar

  • La agricultura de precisión no consiste en acumular datos, sino en traducirlos en decisiones agronómicas rentables y sostenibles.
  • El riego y la fertilización basados en las necesidades reales del cultivo, medidos por sensores, pueden generar ahorros de hasta un 45% en agua y fertilizantes.
  • Anticiparse a los problemas (estrés hídrico, plagas, carencias) mediante la monitorización es siempre más rentable que reaccionar a los síntomas visibles.

Tu finca en la palma de tu mano: cómo montar una red de sensores IoT sin ser un experto en informática

Toda esta tecnología puede sonar compleja, pero la realidad es que nunca ha sido tan sencillo implementarla. Gracias al Internet de las Cosas (IoT) y a las redes de comunicación de bajo consumo como NB-IoT, desplegar una red de sensores en tu finca ya no requiere ser un experto en informática. Los sensores modernos son autónomos, con baterías que duran años, y transmiten sus datos de forma inalámbrica a una plataforma online accesible desde tu móvil o tablet.

Agricultor consultando datos de sensores IoT en smartphone en campo de cultivo

La conectividad ha dejado de ser un problema, incluso en la llamada «España vaciada». Compañías como Vodafone han apostado fuerte por la tecnología NB-IoT, que ofrece una gran cobertura y penetración, ideal para el entorno rural. Esto significa que puedes tener sensores repartidos por toda tu explotación, incluso en las zonas más remotas, enviando datos fiables a tu teléfono. De hecho, el 85% de los agricultores españoles ya percibe que la tecnología es clave para su éxito.

Además, el coste de la inversión inicial se ha reducido significativamente y, lo que es más importante, existen importantes ayudas públicas para la digitalización. El PERTE Agroalimentario es una oportunidad histórica para cofinanciar la modernización de las explotaciones. A través de sus diferentes convocatorias, se pueden obtener subvenciones que cubren una parte sustancial del coste de los sensores y las plataformas de gestión.

Guía práctica: Cómo acceder a las ayudas del PERTE Agroalimentario para digitalización

  1. Identificar convocatorias: Estar atento a las convocatorias activas del PERTE Agroalimentario que publiquen tanto el Ministerio como tu Comunidad Autónoma.
  2. Preparar el proyecto técnico: Elaborar una memoria técnica que detalle el proyecto de digitalización, incluyendo el tipo y número de sensores IoT, la plataforma de gestión de datos y los objetivos de mejora (ahorro de agua, optimización de fertilizantes, etc.).
  3. Elegir la solución adecuada: Priorizar soluciones de sensores y software que no tengan cuotas mensuales, ya que esto mejora la rentabilidad del proyecto y es valorado positivamente en las solicitudes de ayuda.
  4. Solicitar la cofinanciación: Presentar la solicitud en tiempo y forma, pudiendo optar a una cofinanciación de hasta el 60% para la compra de equipos y software de digitalización agrícola.
  5. Incluir la formación: Contemplar en el proyecto un plan de formación para el personal que utilizará la tecnología, ya que esto suele aumentar la puntuación de la propuesta.

En definitiva, la tecnología para «escuchar» a tus cultivos ya está aquí, es accesible y está subvencionada. El único obstáculo que queda es la decisión de dar el paso: pasar de la intuición a la información, y de la reacción a la anticipación.

Para poner en práctica estos consejos, el siguiente paso lógico es realizar un diagnóstico de tu explotación y evaluar qué tecnología se adapta mejor a tus necesidades específicas. Comienza hoy a transformar tu gestión agrícola para asegurar un futuro más rentable y sostenible.

Escrito por Lucía Navarro, Lucía Navarro es una ingeniera agrónoma de 32 años, especializada en agricultura de precisión y nuevas tecnologías. En los últimos 8 años, ha liderado proyectos de implementación de AgTech en algunas de las explotaciones más innovadoras del Valle del Ebro.