Publicado el marzo 12, 2024

La clave de la autosuficiencia no es acumular tecnologías, sino diseñar la finca como un organismo resiliente donde cada sistema se apoya en los demás para sobrevivir a cualquier crisis.

  • El control del agua, la energía y la fertilidad del suelo son los tres pilares de la soberanía real, no la productividad máxima.
  • La independencia total es frágil; la resiliencia se construye a través de una ‘interdependencia inteligente’ con la comarca.

Recomendación: Empiece por auditar su recurso más vulnerable (probablemente el agua) y diseñe un sistema de captación y almacenamiento redundante antes de pasar a la energía.

Para el propietario de una finca en la ‘España vaciada’, la idea de la autosuficiencia es más que un sueño bucólico; es una declaración de independencia. Es la seguridad de saber que, venga la sequía que venga, suba el precio del diésel o falle la red eléctrica, su capacidad para producir y vivir no se verá comprometida. Muchos piensan que esto se logra simplemente instalando paneles solares, cavando una balsa o haciendo compost. Pero estas son solo piezas de un rompecabezas mucho más grande. Son soluciones aisladas que a menudo crean nuevas dependencias y puntos de fallo.

El enfoque convencional se centra en optimizar cada elemento por separado. Se busca el panel solar más eficiente, el sistema de riego con mayor rendimiento o el abono que más producción genera. Pero este enfoque de silo es frágil. ¿De qué sirve tener energía solar si la bomba de agua se avería y no hay repuestos en cientos de kilómetros? ¿De qué vale un compost de alta calidad si dependemos de una sola variedad de semilla comercial que no se adapta al próximo ciclo de plagas?

La verdadera ruptura, el cambio de paradigma, consiste en dejar de ver la finca como una fábrica y empezar a verla como una isla biológica, un organismo vivo con su propio metabolismo. La pregunta no es «¿Cómo puedo producir más?», sino «¿Cómo puedo cerrar los ciclos?». El objetivo es diseñar un sistema donde la salida de un componente sea la entrada de otro, creando una ‘granja antifrágil’ que no solo resista las crisis, sino que pueda incluso fortalecerse con ellas. Este artículo no es un catálogo de productos, es un manual de estrategia para diseñar su propia isla resiliente, paso a paso, recurso por recurso.

A lo largo de esta guía, exploraremos las estrategias y tácticas concretas para construir esta soberanía. Analizaremos cada pilar fundamental, desde el agua hasta la energía, pasando por la fertilidad y las alianzas estratégicas, para que pueda trazar un plan de acción realista y adaptado a su finca.

Sumario: Estrategia completa para una finca-isla resiliente

Cómo tu finca puede tener agua cuando todas las demás están secas: técnicas de cosecha y almacenamiento de agua de lluvia

El agua es la sangre de su finca. Sin ella, no hay vida, ni energía, ni alimentos. En un contexto de sequías cada vez más frecuentes en España, depender de la red municipal, de un único pozo o del cielo es una apuesta de alto riesgo. La soberanía hídrica no consiste en tener el pozo más profundo, sino en convertir toda su finca en una esponja gigante que captura, almacena y gestiona cada gota de agua que cae sobre ella o pasa cerca. Se trata de crear redundancia, combinando métodos activos y pasivos de cosecha de agua.

La inspiración proviene de técnicas ancestrales perfectamente adaptadas a la orografía española. En Sierra Nevada, por ejemplo, las acequias de careo, utilizadas desde la Edad Media, derivan el agua del deshielo para infiltrarla lentamente en las laderas, recargando los acuíferos que alimentarán manantiales meses después. Este es el principio fundamental: no solo almacenar agua en superficie (balsas, depósitos), sino, sobre todo, en el subsuelo.

Sistema de captación de agua de lluvia con zanjas de infiltración en terreno agrícola español

La implementación práctica en su finca pasa por combinar varias técnicas de cosecha de agua para crear un sistema robusto y diversificado:

  • Cosecha de techos: Es el método más simple. El agua de lluvia recogida en los tejados de la vivienda, establos y naves se canaliza hacia depósitos o cisternas. Es ideal para consumo doméstico (con filtrado) y para pequeños riegos o abrevaderos.
  • Microcaptación en el terreno: Consiste en crear pequeñas estructuras en el propio terreno de cultivo (alcorques, medias lunas, zanjas a nivel) que frenan la escorrentía y fuerzan la infiltración del agua justo donde las plantas la necesitan.
  • Macrocaptación en áreas mayores: Si dispone de laderas o zonas con poca vegetación, puede diseñar sistemas de zanjas o caballones que intercepten la escorrentía de un área grande y la dirijan hacia una balsa o una zona de infiltración específica.
  • Derivación de manantiales y escorrentías: Aprovechar pequeños flujos de agua permanentes o estacionales mediante bocatomas para llenar depósitos o para riego directo por gravedad.

El objetivo es que ninguna gota de agua abandone su finca sin haber sido utilizada o almacenada. Este enfoque no solo le proporciona una reserva estratégica para los meses secos, sino que también previene la erosión y mejora la salud general de su ecosistema.

El plan para desconectar tu granja de la red eléctrica: cómo calcular y diseñar tu instalación de autoconsumo solar y biomasa

La dependencia de la red eléctrica es uno de los talones de Aquiles de la agricultura moderna. Una subida de tarifas, un corte de suministro por tormenta o una crisis energética pueden paralizar por completo su explotación. La soberanía energética es el segundo pilar de su isla resiliente. En España, con su alto número de horas de sol, la energía solar fotovoltaica es la opción más evidente, pudiendo llegar a suponer un ahorro de entre un 50 % y un 80 % su factura, pero no debe ser la única.

Un preparacionista agrario piensa en la redundancia. ¿Qué ocurre en invierno, con menos horas de sol, o durante varios días nublados? Aquí es donde entra en juego la biomasa. Si su finca genera residuos leñosos (podas de frutales, olivos) o tiene acceso a monte, una caldera de biomasa o un gasificador puede proporcionar calefacción, agua caliente e incluso electricidad, complementando a la perfección la intermitencia del sol. Se trata de aprovechar los recursos propios para cerrar otro ciclo vital de la granja.

El primer paso es un cálculo honesto: un inventario de consumos. Debe listar todos los aparatos eléctricos, sus potencias y horas de uso: bombas de riego, ordeñadoras, sistemas de refrigeración, luz de los establos y consumo doméstico. Esto determinará la potencia pico (kW) y la energía diaria (kWh) que necesita generar. A partir de ahí, el diseño debe considerar la legislación española, que ofrece varias modalidades de autoconsumo.

Para la mayoría de las explotaciones, el marco legal se define en el Real Decreto 244/2019. Comprender sus opciones es clave para dimensionar correctamente la instalación y maximizar el ahorro o incluso generar ingresos. He aquí un resumen de las modalidades más comunes para el sector agrario:

Modalidades de autoconsumo fotovoltaico en España según RD 244/2019
Modalidad Potencia Gestión excedentes Beneficio económico
Autoconsumo con excedentes acogido a compensación Hasta 100 kWp La comercializadora descuenta el valor de los excedentes de la factura, con tope del coste de energía consumida del mes Ahorro en factura
Autoconsumo con excedentes no acogido a compensación Superior a 100 kWp Venta de excedentes al mercado Ingresos por venta
Autoconsumo sin excedentes Cualquier potencia Kit antivertido instalado Solo ahorro directo

Para una finca que busca la máxima resiliencia, una instalación aislada con baterías es la meta final, pero una instalación de autoconsumo con compensación de excedentes puede ser un paso intermedio pragmático. Proyectos a gran escala, como el de la Comunidad de Regantes del río Adaja en Castilla y León, demuestran que es una solución viable y rentable a todos los niveles.

El ciclo perfecto: el método para que los residuos de tus animales alimenten tus cultivos (y viceversa) sin comprar un solo saco de abono

La dependencia de fertilizantes sintéticos es una vulnerabilidad crítica. Su precio está ligado a los mercados globales de energía y su uso continuado degrada la biología del suelo, haciéndolo más dependiente. La solución está bajo sus pies y en sus establos. Se trata de diseñar el metabolismo de la fertilidad de su finca, un ciclo cerrado donde los «residuos» de una parte se convierten en el «alimento» de otra. El estiércol de su ganado no es un problema a gestionar, es oro negro.

El compostaje es el corazón de este sistema. Un proceso bien gestionado transforma el estiércol, los restos de cosechas y la materia orgánica en un abono estable y rico en vida microbiana que mejora la estructura del suelo, aumenta su capacidad de retención de agua (reduciendo la necesidad de riego) y nutre sus cultivos de forma equilibrada. Esto no solo le ahorra el coste de los fertilizantes, sino que crea un suelo más sano y resistente a plagas y enfermedades.

Proceso de compostaje con estiércol y residuos vegetales en granja española

El método de compostaje debe adaptarse a su clima. No es lo mismo compostar en la húmeda cornisa cantábrica que en el seco interior de Teruel. La gestión de la humedad y la aireación son claves, y diferentes técnicas se adaptan mejor a cada entorno. La clave es mantener una buena relación carbono/nitrógeno (paja/estiércol) y asegurar las condiciones adecuadas para los microorganismos que hacen el trabajo.

La elección del método de compostaje es una decisión estratégica que depende del clima de su finca, la escala de producción y los recursos disponibles. A continuación se comparan los métodos más comunes en el contexto español:

Métodos de compostaje según el clima español
Método Zona climática Ventajas Consideraciones
Compostaje en pilas con volteo Norte húmedo Facilita que capas externas pasen al núcleo y se activen calentándose Mayor coste por volteos frecuentes
Compostaje estático Sur seco Menor pérdida de humedad Requiere gestión cuidadosa del agua
Vermicompostaje Zonas secas Más eficiente a menor escala Complicado en hortalizas y cultivos herbáceos

El ciclo se cierra cuando los cultivos, fertilizados con su propio compost, sirven a su vez para alimentar a su ganado, ya sea a través de forrajes o del aprovechamiento de subproductos. Este sistema integrado es la máxima expresión de la eficiencia y la resiliencia en una granja.

Tu propio ‘Arca de Noé’: la guía para seleccionar, guardar y conservar tus propias semillas año tras año

La soberanía alimentaria es incompleta sin la soberanía genética. Depender cada año de la compra de semillas comerciales es ceder el control del primer y más fundamental eslabón de su producción. Guardar sus propias semillas no es un acto de nostalgia, es una estrategia de supervivencia y adaptación. Le permite seleccionar las plantas que mejor se comportan en su tierra, con su clima y sus métodos de cultivo, creando con el tiempo variedades únicas perfectamente adaptadas a su «isla».

El proceso comienza con la selección en el campo. No se trata de guardar las semillas de cualquier planta, sino de identificar los mejores ejemplares: los más sanos, los más productivos, los que mejor resistieron la sequía o el ataque de una plaga. Estos son los individuos cuya genética quiere perpetuar. Es un proceso de mejora continua y selección natural asistida que fortalecerá la resiliencia de sus cultivos año tras año.

Una vez seleccionadas, la cosecha y el procesado deben hacerse con cuidado para asegurar su viabilidad. Para cultivos de fruto seco (tomates, pimientos, calabazas), las semillas deben fermentarse y lavarse para eliminar la pulpa y los inhibidores de germinación. Para leguminosas o cereales, el secado es el paso crítico. Las semillas deben alcanzar un nivel de humedad muy bajo antes de ser almacenadas para evitar la aparición de hongos o una germinación prematura.

El almacenamiento es la fase final y crucial. Las semillas son organismos vivos en estado latente y sus peores enemigos son la humedad y el calor. El lugar ideal de almacenamiento es fresco, oscuro y, sobre todo, seco. Sobres de papel dentro de botes de cristal herméticos, guardados en una bodega o un sótano, son una solución excelente. Etiquetar correctamente cada variedad con el nombre y el año de cosecha es fundamental para mantener su propio banco de semillas organizado.

Es importante conocer el marco legal. El derecho del agricultor en España permite usar la cosecha propia como simiente, pero existen matices, especialmente con variedades comerciales protegidas. Familiarizarse con conceptos como las «variedades de conservación» (variedades locales tradicionales españolas) le abrirá un abanico de posibilidades para cultivar y comercializar legalmente un patrimonio genético único y adaptado a su zona.

Por qué la autosuficiencia total es una mala idea: la estrategia de la ‘interdependencia inteligente’ con tu comarca

El ideal del preparacionista a menudo evoca la imagen de un reducto aislado y autosuficiente, una fortaleza impenetrable. Sin embargo, esta visión del aislamiento total es, paradójicamente, una estrategia frágil. Ninguna isla, por bien diseñada que esté, puede producir absolutamente todo lo que necesita. Un fallo catastrófico en un sistema clave (un incendio en la instalación solar, una enfermedad que diezma una variedad de semilla) podría ser fatal. La verdadera resiliencia no se encuentra en el aislamiento, sino en la interdependencia inteligente.

Se trata de tejer una red de seguridad con su entorno más cercano: su pueblo, su comarca. Es una estrategia de especialización y trueque. Quizás su finca es excelente para producir hortalizas y huevos, pero su vecino tiene mejores pastos para el ganado ovino, y otro más abajo tiene un olivar centenario. En lugar de intentar hacerlo todo de manera mediocre, la estrategia consiste en fomentar la colaboración y el comercio de circuito corto. Esto crea un ecosistema económico local mucho más robusto y menos dependiente de las cadenas de suministro globales.

Esta red de apoyo va más allá del simple intercambio de productos. Incluye el conocimiento, las habilidades y los recursos. Si su bomba de agua se estropea, es más probable que encuentre ayuda en un vecino mecánico que esperando una pieza de Alemania. La colaboración puede tomar formas más estructuradas, como Grupos Operativos o cooperativas, que permiten a los pequeños productores aunar fuerzas para mejorar la competitividad y la sostenibilidad, como demuestran proyectos como PacanaValor en Andalucía.

Construir estas relaciones requiere un esfuerzo proactivo, basado en la confianza y el beneficio mutuo. Implica participar en los mercados locales, organizar jornadas de trabajo comunitarias (como las «hacenderas» tradicionales) y establecer acuerdos claros. Como bien apuntan los expertos, la viabilidad de estos sistemas depende de un ecosistema favorable que una a productores, consumidores y la administración local.

El agrocompostaje requiere un ecosistema favorable, con acuerdos multiactores, entre administración local, que tiene competencias en mercados locales y en residuos, agricultores que se orienten a reducir eslabones comerciales, explorar la venta directa o de circuito corto

– EcoHabitar, Análisis sobre agrocompostaje y economía circular

Su finca-isla debe ser soberana, pero no solitaria. Debe ser un nodo fuerte dentro de una red local fuerte. Esa es la máxima garantía de supervivencia a largo plazo.

Autosuficiencia en la granja: el cálculo para saber si te compensa producir tu propio forraje o compost

La autosuficiencia no puede basarse en ideales, debe sostenerse con números. Cada decisión de «hacerlo yo mismo» en lugar de «comprarlo» debe pasar por el filtro de lo que llamamos ‘El Cálculo del Preparacionista’. Este cálculo no solo mide la rentabilidad económica, sino que valora factores como la reducción del riesgo, el aumento de la autonomía y el tiempo invertido. Producir su propio forraje o compost son dos de las decisiones más impactantes en este sentido.

Para el compost, el cálculo es relativamente directo. Debe comparar el coste de gestionar sus residuos orgánicos (si lo tiene) y el precio de los fertilizantes que compra, frente a la inversión en tiempo y maquinaria para compostar. La inversión inicial puede variar, pero los beneficios a largo plazo son evidentes. Según experiencias piloto en España, el coste del agrocompostaje se sitúa entre 60-150 € por tonelada, frente a los 70-200 €/t de la gestión en plantas centralizadas, sin contar el ahorro en la compra de abonos.

El análisis coste-beneficio de producir su propio compost va más allá del ahorro directo. Debe incluir en la ecuación los siguientes factores a medio y largo plazo:

  • Ahorro en fertilizantes NPK: Es el beneficio más inmediato y cuantificable.
  • Mejora de la retención de agua: Un suelo más rico en materia orgánica necesita menos riego, lo que se traduce en un ahorro directo de agua y energía para el bombeo.
  • Reducción de fitosanitarios: Un suelo biológicamente activo promueve plantas más sanas y resistentes, disminuyendo la necesidad de tratamientos.
  • Valorización de «residuos»: Convierte un coste o un problema (gestión del estiércol) en un recurso valioso.

Para el forraje, el cálculo es similar. Compare el coste de comprar heno o pienso con el coste de oportunidad de la tierra que dedicaría a producirlo, más los costes de siembra, siega y almacenamiento. Para una finca pequeña, puede no tener sentido dedicar hectáreas a un cereal de bajo rendimiento. Sin embargo, implementar un sistema silvopastoril (árboles forrajeros como fresnos o moreras entre los pastos) puede proporcionar una fuente de alimento resiliente a la sequía con una baja inversión y sin sacrificar el uso principal del suelo.

Cada decisión debe ser sopesada. La meta no es el 100% de autosuficiencia en todo, sino alcanzarla en los puntos más estratégicos y vulnerables de su sistema.

Más allá de la mariquita: la guía para identificar y proteger a los 10 ‘mercenarios’ más eficaces de tu finca

En el paradigma de la granja resiliente, los pesticidas son el equivalente a un ataque nuclear: aniquilan al enemigo, pero también a los aliados y dejan la tierra yerma. Una finca-isla inteligente no lucha contra la naturaleza, sino que recluta su propio ejército de mercenarios. Se trata de la fauna auxiliar: insectos, arácnidos y aves que se alimentan de las plagas que amenazan sus cultivos. Fomentar su presencia es crear un sistema de control de plagas gratuito, autónomo y permanente.

Esto va mucho más allá de la conocida mariquita. Cada plaga tiene su depredador natural específico, y su trabajo consiste en identificarlos y crear las condiciones para que prosperen. Esto se consigue a través de la diversificación del hábitat: plantar setos con flores autóctonas que les proporcionen néctar y refugio, instalar cajas nido para aves insectívoras, mantener zonas de vegetación espontánea y, sobre todo, eliminar el uso de insecticidas de amplio espectro. Esta no es una fantasía; en Almería, ya hay más de 27.863 hectáreas en cultivo que utilizan métodos de control biológico, liderando la producción sostenible en Europa.

Conocer a sus aliados es el primer paso para protegerlos. Aquí tiene una lista de algunos de los «mercenarios» más eficaces para los cultivos más comunes en España:

  • Sírfido (Sphaerophoria rueppellii): Parecen pequeñas avispas, pero son moscas cuyas larvas son devoradoras voraces de pulgón. Un aliado clave en la mayoría de cultivos.
  • Chinche (Nesidiocoris tenuis): Especialmente eficaz en los invernaderos del sureste español para controlar la mosca blanca en tomates y otras hortícolas.
  • Parasitoides de la mosca del olivo (Bactrocera oleae): Múltiples especies de pequeñas avispas que ponen sus huevos dentro de las larvas de la mosca, controlando la plaga desde dentro. Esenciales para un olivar ecológico.
  • Orius: Pequeño chinche depredador, muy polífago pero especialmente útil para el control de trips en pimientos, berenjenas y cultivos ornamentales.
  • Crisopas: Sus larvas, conocidas como «leones de los áfidos», son depredadores generalistas muy eficaces contra pulgones, ácaros y cochinillas en frutales y huertas.

Fomentar la biodiversidad no es una cuestión estética, es una estrategia de gestión de riesgos. Un ecosistema diverso es un ecosistema estable. Al crear un hábitat propicio para estos aliados, está construyendo un sistema inmunológico para su finca que la protegerá de forma natural y sin coste.

Puntos clave a recordar

  • La resiliencia de una finca no se mide por su producción máxima, sino por su capacidad para cerrar ciclos internos de agua, energía y nutrientes.
  • La autosuficiencia total es un mito frágil; la verdadera fortaleza reside en una red de ‘interdependencia inteligente’ con la comunidad local.
  • Cada decisión de autosuficiencia debe basarse en un ‘Cálculo del Preparacionista’ que valore la reducción de riesgos y la autonomía por encima de la rentabilidad a corto plazo.

La granja ‘antifrágil’: cómo la agroecología puede blindar tu explotación contra la sequía, las plagas y la subida de precios

Hemos recorrido los pilares de la soberanía: agua, energía, fertilidad, semillas, comunidad y control biológico. Ahora es el momento de unirlos en un único concepto operativo: la granja ‘antifrágil’. Un sistema antifrágil no es solo robusto o resistente; es uno que se beneficia del desorden, la volatilidad y los imprevistos. Una sequía no lo destruye, le enseña a gestionar el agua de forma más eficiente. Una plaga no lo aniquila, fortalece a las poblaciones de sus depredadores naturales. La subida del precio de los insumos no lo ahoga, valida su modelo de independencia.

La agroecología es el manual de instrucciones para construir esta granja. Se basa en principios de diversidad, redundancia y descentralización. Diversidad de cultivos y hábitats para evitar que un solo fallo arrastre todo el sistema. Redundancia en los sistemas críticos, como combinar la cosecha de agua de lluvia con un pozo de respaldo o la energía solar con la biomasa. Y descentralización, apoyándose en una red local en lugar de en una cadena de suministro global.

Pensar de forma antifrágil implica buscar soluciones no convencionales y adaptadas al entorno. Por ejemplo, en zonas de España con nieblas costeras o de montaña, la instalación de captadores de niebla puede ser una fuente de agua adicional impensable en otros lugares, demostrando una adaptación extrema al microclima. Se trata de observar, experimentar y adaptar constantemente el diseño de la finca.

Plan de acción para auditar la antifragilidad de su finca

  1. Identificar puntos únicos de fallo: ¿Qué pasaría si falla su única bomba de agua? ¿Si su proveedor de pienso cierra? Liste todos los elementos de los que depende y que no tienen un respaldo.
  2. Diseñar sistemas de redundancia: Para cada punto de fallo, planifique una alternativa. Combine captación de agua de lluvia con un pozo. Instale un generador de biomasa como apoyo a los paneles solares, especialmente en el norte.
  3. Evaluar la soberanía de los insumos: ¿Produce su propio abono? ¿Guarda sus propias semillas? Calcule el porcentaje de insumos externos y establezca un plan para reducir los más críticos.
  4. Mapear su red de interdependencia: ¿Conoce a sus vecinos productores? ¿Existen mercados locales o cooperativas? Identifique posibles aliados para el trueque o la ayuda mutua en emergencias.
  5. Integrar seguros como última barrera: La antifragilidad no excluye la prudencia. Un seguro agrario de Agroseguro puede ser el cortafuegos final contra un evento climático extremo que supere la capacidad de su sistema.

Construir una granja antifrágil es el objetivo final. No es un estado que se alcanza, sino un proceso continuo de diseño, observación y adaptación. Es la única forma de garantizar no solo la supervivencia de su explotación, sino su prosperidad en un futuro incierto.

Transformar su finca en una isla resiliente es un maratón, no un sprint. Comience hoy por el paso más pequeño pero más crítico: auditar sus vulnerabilidades y trazar un plan de acción. Evalúe qué sistema es el más frágil y empiece a fortalecerlo. Cada ciclo cerrado, cada dependencia eliminada, es una victoria en su camino hacia la verdadera libertad y seguridad.

Preguntas frecuentes sobre la autosuficiencia agraria en España

¿Qué normativa regula el uso de semillas propias en agricultura?

El marco principal no está en una única ley de semillas, sino que se ve afectado por varias normativas. Por ejemplo, el Real Decreto 865/2010 regula los sustratos de cultivo, pero excluye estiércoles sin procesar, que son clave en el ciclo de fertilidad de la granja. El derecho del agricultor a usar sus propias semillas está reconocido, pero con limitaciones para variedades vegetales protegidas por un título de obtención vegetal.

¿Puedo intercambiar semillas de mi cosecha?

El derecho del agricultor se centra principalmente en el «uso propio» dentro de su explotación. El intercambio o la venta de semillas de variedades comerciales protegidas está regulado y generalmente no se permite. Sin embargo, el intercambio de semillas de variedades locales, tradicionales o de conservación, que no están sujetas a estos derechos de propiedad intelectual, es una práctica común y fundamental para la conservación de la biodiversidad agrícola, amparada por redes de semillas y asociaciones.

¿Qué son las variedades de conservación?

Son variedades locales o tradicionales que están naturalmente adaptadas a las condiciones de una región específica de España. La normativa (Reglamento de Comercialización de Semillas de Variedades de Conservación) permite su cultivo y comercialización bajo condiciones específicas y más flexibles que las variedades comerciales. Su uso es una estrategia excelente para la resiliencia, ya que suelen ser más rústicas y adaptadas a plagas y condiciones climáticas locales.

Escrito por Elena Soto, Elena Soto es una agricultora y divulgadora con 15 años de experiencia en la transición de fincas convencionales a sistemas agroecológicos. Tras transformar su propia explotación familiar en Aragón, ahora es una voz de referencia en agricultura regenerativa.